Sobre crear dos familias
Es medio día, le habla un amigo gachupin a mi marido, no lo ve hace años, yo no lo conozco, pero a leguas se ve que lo adora porque al oírlo al teléfono le da un gusto inmenso que se para del sillón con una sonrisa gigantesca y se le ponen esos ojos chiquitos y muy brillosos que solo le he visto poner oyendo a Joaquin Sabina en concierto unas horas después de proponerme matrimonio o cuando nacieron sus hijos sanos, preciosos e idénticos a él.
A mi, a mi me ve con otro par, tierno, dulce, romántico y a veces salvaje, comprendo que es un amor distinto. Los hombres quieren con los ojos de maneras tan diferentes, es un deporte fabuloso irlo descubriendo.
Oigo que el chaval al otro lado del celular le pregunta con ese acento y ceceo que se que mi señor añora tanto: “Oye Gonza y ¿Qué haces? ¿Estás solo o en familia?”.
La cuestión le saca una carcajada a mi españolete que vive en México pero nació en el gabacho:
“Con CUATES siempre estás en familia”. -Le contesta carcajeándose y se sale a la cochera inmediatamente para que no escuche yo la conversación que nada tiene de prohibida, pero pues me cacha de mitotera con la oreja como parabólica .
Bueno, el caso es que yo no se si lo dijo por él, su amigo de antaño, su cómplice de aventuras en la madre patria o por sus dos bebés, sus mellizos que lo tienen siempre ocupado y en casa, pero no quiero averiguarlo, cualquiera de las dos interpretaciones me llena el alma este domingo.
Tenemos dos familias, una de cuates y la otra también. Ambas nos hacen sonreír por los ojos...
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