Para mis flores de loto



Llegué al jardín botánico, mi ruta habitual por la que divaga mi cuerpo y mi mente a la vez casi a diario estaba cerrada y la delimitaban con cintas amarillas . Yo, cómo el principal personaje de Antoine de Saint-Exupery jamás me quedo con una pregunta sin contestar así que acudí con el guardia de la entrada a cuestionarlo: “Están pasando unas maquinas por los árboles que abarcan mucho espacio” -me dijo y yo ni le entendí pero el caso es que no se permitía acceder a la zona, así que reconfiguré mi ruta, por el centro, por lo despejado, desértico, bien soleado, por donde no hay copas de árboles, ni tesoros que encontrar tirados, ni criaturas fabulosas, ni panoramas tan lindos cruzándote a cada rato, solo un puño de tucuruguay en explanada. 


Para mi sorpresa -como cada cambio de ruta que se me ha presentado en la vida- me encuentro con una cara familiar de lejos que me saluda y me exclama en forma de interrogación que si he venido a ver la flor.


“!LA FLOR DE LOTO, claro!” -le contesto. Pues justo un día antes había visto la noticia en alguna de mis múltiples redes sociales. Esas noticias lindas, super importantes de provincia de las que que solo algunos cuantos nos enteramos y a la mayoría no les importan. 


Aceleré mi paso y me dirigí de inmediato a verla, sabía que ese día había algo mágico en el parque, se sentía porque olía a azahares por doquier, soplaba frescura y flexibilidad.


Y si que la había: la única flor de loto que florece solo una vez al año y se puede admirar de 3 a 6 días cuando máximo estaba de humor para saludar.


Llegué a ella emocionada y la vi, enorme, solitaria, aislada, resguardada, preciosa, bailando con el ligero viento, como generada por la inteligencia artificial y con una corte de bichitos haciéndole reverencias o borrachos con su perfume.


 “Es una belleza tan fugaz” -pensé y mejor decidí parar mi caminar ese día, mis prisas, mis pendientes, mi acelere, mi mente inventora de falacias y escenarios fatídicos que jamás existirán, todo podía esperar, procedí a sentarme. 


Decidí quedarme ahi quieta y en paz como un acto revolucionario para mi misma. Me postré a admirarla como quien admira la vida, tan rápida, tan frágil, tan bella, tan sobrenatural e inexplicable . Me quedé cómo quien sabe que la felicidad es a pedacitos, efímera, escurridiza, natural y reconocí que éste era uno de esos bocaditos deliciosos, así que me estuve ahí como quien conoce que el significado real del tiempo, del adios, del nunca y del para siempre es exactamente el mismo. 


Pensé en mis hijos, mi esposo, mi madre, mis hermanos, mis amigas mas queridas, son todxs mis flores de loto, han aparecido siempre en su temporada del año con sus gigantescos pétalos a cobijarme con su encanto la mirada, el cuerpo y el alma cuándo más les he necesitado, me han tupido de gracias, de sabiduría, miel, oro, anécdotas, aprendizajes, enseñanzas, recuerdos y han estado conmigo para reparar las piezas rotas que llevo dentro o intercambiar las suyas y bailar conmigo y hacerme enamorarme del son y ritmo de las que aun suenan como maracas cuando me agito. 


Me han enseñado la belleza, la compasión, el cambio, la lealtad, la transformación y el amor incondicional en todas sus formas y presentaciones, me han empujado a vivir adelantada en el tiempo hasta décadas y voltear a ver mi etapa desde sus ojos, y yo les he adorado incluso cuándo de pronto, de la nada y sin explicación se que tienen que desaparecer, cuando su ciclo llegó a su fin, cuando inevitablemente algo tiene que morir.


Gracias a ustedes he entendido que la magia de la flor de loto no es su vida, ni su belleza esporádica y efímera, ni la corte de animalitos bailándole al rededor… el verdadero milagro es que su SEMILLA puede germinar de nuevo incluso después de miles de años y cuando esto sucede, a los que amamos sentarnos a darnos el festín visual, banal y espiritual -cuán abejas en un brote de polen- acudiremos al llamado . 🪷 


El camino que conozco es siempre el más cómodo, el mas sombreado, el mas transitado, el mas seguro, el más fresco, el correcto, pero nunca, nunca, nunca me ha hecho toparme con una flor de loto.


La vida no solo desvía, confíen que MARAVILLA CON INESPERADOS REGALOS. 



 





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